lunes, 30 de marzo de 2009

EL GEL DEL ORGASMO


Vayamos al grano enseguida: hoy me voy a ocupar brevemente de la novedad que acaba de llegar a las farmacias españolas: el gel para ayudar a las mujeres a alcanzar el orgasmo. Se puede encontrar la noticia aquí:


No deja de ser curioso que en la sociedad posmoderna que nos ha liberado de complejos, tabúes, represiones y prejuicios –por usar la jerigonza progre- relativos al tema del sexo, necesitemos cada vez más ayudas para fornicar como Dios manda. Algo tan simple y aparentemente natural se ha convertido en una cuestión compleja que requiere sexólogas y psicólogas –en gran parte mujeres-, estudios científicos, artículos y programas sobre el sexo omnipresentes en los medios de comunicación...vamos, que no se comprende cómo nuestros padres y abuelos eran capaces di chingar sin asistencia.

La realidad es que todo ello, lejos de indicar una mayor salud y felicidad sexual, es un síntoma exactamente de lo contrario. Necesitamos cada vez más ayudas, más expertos que non asesoren, más “transgresión” y más “sensaciones nuevas” justamente porque ya somos incapaces de vivir el sexo de forma normal. Es ya un lugar común la caída del deseo, el aflojamiento de la atracción entre hombres y mujeres acompañado del aflojamiento general de los penes, si interpretamos correctamente la ventas masivas de viagra; es un dato científico la degradación de la calidad del esperma masculino en Occidente, su capacidad cada vez menor para fertilizar a la mujer.

Después de todo nos lo merecemos: una sociedad que se deja dominar por el igualitarismo y por el feminismo merece morir, porque son enfermedades degenerativas. Feminista es el viperino odio por el sexo y la incapacidad de vivir la feminidad. Igualitaria es la estupidez de querer ignorar o borrar las diferencias entre hombres y mujeres, volviéndonos todos iguales. Los fanáticos de la igualdad no se  deberían sorprender de que cuando hombres y mujeres se vuelven cada vez más iguales ya no sientan atracción entre ellos. Se niegan a ver que la fuente de la vida no es la igualdad, sino la diferencia.

Naturalmente quien se niega a ver la realidad no la percibirá aunque la tenga delante de las narices, y así se inventará explicaciones peregrinas o simplemente ridículas para explicar los fenómenos de que estamos hablando. Se dará la culpa a los tabúes y a la represión sexual; ¿no se van a acabar nunca estos tabúes y esta represión, a más de 40 años de la revolución sexual?.

La relación de todo esto con el dichoso gel del orgasmo femenino es obvia. Leyendo este artículo se intenta dar la culpa de que tantas mujeres sean incapaces de un orgasmo (datos científicos: el último informe durex sobre salud sexual. Manda cojones) a los tabúes relativos a la masturbación (!) y parece sugerirse -cómo no- que los hombres tienen su parte de responsabilidad.

La verdad es mucho más sencilla, aunque indigerible para nuestros amigos progres y más aún para las mujeres modernas intoxicadas por la propaganda de las dementes feministas: las mujeres son incapaces de disfrutar en la cama porque el feminismo les ha prohibido ser femeninas. Les ha prohibido abrirse y recibir, les ha impuesto una dureza masculina, una competición en todos los terrenos con el hombre y a menudo una masculinización de su comportamiento. Les ha dicho que la mujer debe penetrar, aunque no tenga pene. Este es el cogollo de la locura feminista. Y naturalmente la otra cara de la moneda es que el hombre no debe penetrar, aunque tenga pene. De aquí la feminización del hombre y la campaña contra los valores masculinos.

En la relación sexual el órgano muliebre recibe y acoge el órgano masculino, el hombre entra dentro de la mujer. Precisamente ahí está el significado de la experiencia sexual normal, no sólo a nivel físico sino sobre todo psíquico porque los dos niveles son inseparables. Precisamente ahí está el núcleo del odio feminista contra el sexo, la realidad que se niegan a aceptar y que no soportan. El feminismo ha enseñado a la mujer que –simbólicamente- debe negarse a abrir las piernas y acoger al hombre, lo que significa que aun cuando físicamente las abra, su mente seguirá estando cerrada.

Quien ha causado su propio mal que se joda, que siga viviendo de ilusiones y de mentiras, embadurnándose cuanto quiera el coñito con gel, que seguramente el borrego domesticado de turno le habrá regalado. No le servirá de nada porque el problema no lo tiene entre las piernas sino en el cerebro.

Lo lamentable es encontrarse estas mujeres fallidas escribiendo las leyes, aplicando la justicia y envenenando la vida de todos. Con el apoyo entusiasta de los mentecatos domesticados que lamen el gel –es apto para sexo oral- pidiendo perdón por haber nacido hombres.