jueves, 24 de diciembre de 2015

FUENTEOVEJUNA HOLANDESA

Estas fechas son especiales para los cristianos (los que celebran la Navidad y no San Consumo) y también para quienes celebran más el Solsticio que la Navidad. Hoy en particular pensaba escribir un artículo menos belicoso, pero creo oportuno insistir sobre el tema muy actual de la invasión migratoria de Europa y la creciente resistencia de los europeos.

Por lo demás, Felices Fiestas a todos.





Los lectores que pertenezcan a la generación nacida en los setenta o anteriores comprenderán sin duda la referencia a Fuenteovejuna, porque seguramente habrán estudiado esta obra en el colegio, como se estudiaban muchos otros clásicos, la historia y la cultura española, en vez de estupideces políticamente correctas. Entre los más jóvenes quizá algunos no lo sepan y es oportuno algún comentario. De pasada recomiendo su lectura, que será de provecho.

Fuenteovejuna es una obra de teatro del Siglo de Oro, escrita por Lope de Vega. Tiene por tema la rebelión de un pueblo entero contra los abusos y los atropellos del poder. Está basada en un hecho real sucedido en el siglo XV. En palabras del cronista Sebastián de Covarrubias:

Los de Fuente Ovejuna, una noche del mes de abril de mil y quatrocientos y setenta y seis, se apellidaron para dar la muerte a Hernán Pérez de Guzmán, Comendador Mayor de Calatrava, por los muchos agravios que pretendían averles hecho. Y entrando en su misma casa le mataron a pedradas, y aunque sobre el caso fueron embiados juezes pesquisidores que atormentaron a muchos dellos, assí hombres como mugeres, no les pudieron sacar otra palabra más désta: «Fuente Ovejuna lo hizo»

¿Qué tiene que ver Fuenteovejuna con Holanda? ¿Por qué, dónde y cuándo la Fuenteovejuna holandesa?

El porqué de la referencia a la obra de Lope de Vega quedará claro dentro de poco. La Fuenteovejuna holandesa se llama Geldermalsen y la fecha es el 16 de diciembre del presente año, 2015. Frente a la decisión de construir un centro de acogida para “refugiados” y aceptar 1.500 de ellos, mientras se estaba debatiendo el tema en el Ayuntamiento una manifestación de protesta de 2.000 personas se convirtió rápidamente en una revuelta en toda regla, un violento motín que obligó a desalojar la sala donde los políticos estaban formalizando su decisión, una decisión tomada sin haber consultado a los habitantes del pueblo y contra su mayoritaria voluntad.

No tiene pérdida el vídeo que muestra a los gobernantes “democráticos” en la sala del Ayuntamiento, mientras consuman la traición a su pueblo; primero preocupados frente a la creciente algarada fuera del edificio (expresiones inquietas, crecientes ruidos del exterior… ¿será suficiente el cordón de antidisturbios que nos defiende de los ciudadanos a los que “representamos”? parecen preguntarse) para luego salir corriendo cuando las cosas se pusieron feas. Dejo a los lectores gozar con las imágenes:


Las reacciones escandalizadas de la corrección política, de los enemigos de Europa y sus traidores a sueldo, no se han hecho esperar. “Inaceptable” suceso donde los revoltosos son “Anti-holandeses” según los políticos del país.

No señores. Los manifestantes eran holandeses que aman a su país y se preocupan por su futuro, no quieren que su pueblo desaparezca, no quieren la degradación social que conlleva la invasión inmigratoria salvaje y no aceptan que los enemigos de Holanda y Europa les impongan estas decisiones. Ellos son los holandeses verdaderos. Los verdaderos anti-holandeses y anti-europeos son los políticos traidores, sus juntaletras subvencionados, la chusma repugnante de las varias tribus malolientes de la extrema izquierda, que se manifiestan a la menor ocasión por la desaparición de los pueblos de Europa, haciendo gala de un odio cada vez más explícito contra los europeos autóctonos.

Se comprende también la calificación de inaceptables que los políticos anti-holandeses han dado de los disturbios: es inaceptable que los holandeses, cuya opinión es ignorada sistemáticamente, hagan sentir su voz; es inaceptable que no acepten el destino que ha sido decidido sobre sus cabezas por sus enemigos; es inaceptable que no quieran comerse el pastel envenenado que ha sido cocinado para ellos y se lo arrojen en la cara al cocinero.

La revuelta de Geldermalsen es un amago de insurrección genuina, popular, donde la gente del lugar se ha rebelado con toda justicia y legitimidad. No debería ser necesario llegar a esto, naturalmente. Debería ser posible cambiar las cosas pacíficamente, democráticamente, a través de partidos políticos que reflejaran la verdadera opinión de los europeos y llevaran a cabo políticas consecuentes con ésta.

Pero cuando los gobernantes traicionan a los gobernados, cuando ignoran su opinión y el sistema democrático se convierte en una farsa que sirve sólo a transmitir decisiones tomadas por poderes en la sombra, cuando las cartas están trucadas y se bloquea el camino a quienes realmente interpretan la voluntad de los europeos, entonces, la insurrección no sólo es lícita, justa y legítima, sino un deber cívico y moral, del más alto significado ético, en nombre de nuestra identidad y del futuro de nuestros hijos.

Terminaré citando los versos de Lope de Vega:

Haciendo averiguación
del cometido delito,
una hoja no se ha escrito
que sea en comprobación;
porque, conformes a una,
con un valeroso pecho,
en pidiendo quién lo ha hecho
responden: Fuenteovejuna

Cuando los europeos se despierten, si no les dejan cambiar las cosas por las buenas, democráticamente y siguiendo las reglas, lo harán por las malas. Decenas, cientos, miles de Fuenteovejunas a lo largo de toda Europa, que surgirán como los brotes de la primavera, serán el preludio de la gran ola que barrerá a los enemigos de Europa. Y cuando los esbirros y los inquisidores de Anti-Europa busquen a los “culpables” se encontrarán con una sola respuesta:


¡FUENTEOVEJUNA LO HIZO!

miércoles, 16 de diciembre de 2015

EL PARTIDO ÚNICO, EL POPULISMO Y LA EXTREMA DERECHA



Como todos sabemos en la política actual el panorama es desolador, al menos en nuestro país, donde las únicas fuerzas relevantes son las diferentes corrientes del Partido Único, cuya falsa dialéctica es lo que nos venden como vida política. Este partido, que se presenta con diferentes nombres, es el Partido del Sistema, el de la sumisión a los poderes financieros y mundialistas, el partido de los vendepatrias y los enemigos de los europeos.

El momento presente, sin embargo, es oportuno para comentar un poco lo que sucede en España y Europa. Por un lado tenemos elecciones generales en España dentro de una semana, por otra en Europa despiertan lentamente fuerzas de oposición real a los poderes establecidos; en particular en  Francia el Frente Nacional ha dado un gran salto adelante, para horror y escándalo del Partido Único.

En la segunda vuelta de las regionales francesas el Frente Nacional, a pesar de los excelentes resultados obtenidos, no ha conseguido vencer en ningún departamento porque las dos corrientes del Partido Único francés se han unido contra la formación de Marine Le Pen y en la práctica han sumado sus votos. La Gran Prensa del Partido Único –la única existente, siempre uno y el mismo periódico, siempre uno y el mismo telediario con nombres y caras diferentes- se ha regocijado por la “derrota” del “populismo” y la “extrema derecha”. Sin embargo a los juntaletras del Sistema se les ve el plumero y no logran ocultar el fenómeno del ascenso del Front National.

En realidad, uniéndose contra Marine Le Pen, la “derecha” y la “izquierda” francesas han dejado muy claras dos cosas: que forman parte del Partido Único y por tanto su falsa rivalidad es un engaño, y también que la única formación que tiene un discurso político es el Frente Nacional: sólo ellos atraen, como un imán, la hostilidad y la demonización por parte de la Prensa Única y de la “sociedad civil”, que es el nombre en código para las distintas variedades de putas del Sistema.

La política es ante todo enfrentamiento, enemistad, si es que se trata realmente de política y no sólo de poltronas. Se tocan temas importantes, de calado, decisivos; no es posible considerar con simpatía ni amigablemente a un auténtico adversario político: es un enemigo, no un adversario, y se trata de una lucha. Estará sujeta a reglas, no es cuestión de acabar siempre a tiros; pero cuando estamos en la auténtica política la hostilidad y la enemistad son obligadas.

El Frente Nacional tiene sus limitaciones; leyendo su programa y sus principios se notan cesiones y posiciones débiles, puntos ciegos, temas descuidados y otros evitados como tabúes. Pero la política es el arte de lo posible, para llegar a un resultado político e incidir en la realidad, sólo la intuición del político de raza sabe dónde ceder y dónde no, manteniendo los principios y siempre con vistas al largo plazo. Al Frente Nacional y los partidos similares en Europa se les llama populistas, extrema derecha. Se les llama “populistas” porque los pueblos los apoyan cada vez más, abandonando a la casta política que los traiciona y sigue instrucciones de poderes ilegítimos, que jamás nadie ha votado ni se han presentado ante la opinión pública; ya sólo esto da la medida de la miseria de los partidos autodenominados democráticos del sistema. En cuanto a lo de “extrema derecha” cabe sólo comentar que cuando todo está torcido y los torcedores de mentes dominan el discurso, quien intenta enderezar aunque sólo un poco las cosas será siempre tachado de “extremista”.

En mi opinión el programa del FN es bastante moderado y para mi gusto cede en demasía en ciertos aspectos, y hay tabúes que no toca en absoluto pues –por ahora- no se pueden tocar si se quiere tener una oportunidad. Pero en general su línea es simplemente de sentido común y de cordura frente al extremismo –este sí- del Partido Único, que parece dominado por la idea fija de destruir a Europa y a los europeos. En el discurso del Front National encontramos temas como la limitación de la inmigración y el freno a la suicida política de puertas abiertas, la expulsión de los inmigrantes ilegales que es de cajón y la norma en casi todo el mundo, la defensa de la soberanía monetaria contra la dictadura de los mercados y la finanza, la regeneración de la educación reintroduciendo el principio de autoridad, la disciplina y el mérito en el sistema escolástico. Estos son temas importantes, los únicos temas políticos hoy en día dignos de este nombre hoy en día, y el partido de Marine Le Pen los pone sobre la mesa.

La comparación con las fuerzas que aspiran a gobernar España es, claro está, desoladora. En vano buscaremos uno solo de estos temas en los programas de los partidos, hallaremos sólo un cúmulo de vaguedades y generalidades que no tocan ni siquiera una de las cuestiones importantes. Los principales partidos en liza son simplemente siglas, corrientes que van cambiando de nombre; cuando una corriente está gastada y el público está harto, cuando existe el riesgo de que empiece a buscar una alternativa, se saca del sombrero una sigla nueva; se ponen ante las cámaras caras bonitas que no tienen nada que decir y nada que proponer, cuya única función es mantener la representación escénica y crear el espejismo de la novedad, para que los votos de un electorado harto y cansado permanezcan dentro del Partido Único.

En medio de toda esta falsificación cuidadosamente elaborada, en este juego de espejismos ¿Cómo reconocer a quien es del Partido Único y a quien no lo es? Nada más fácil. Los “debates”, los “enfrentamientos” y la “dialéctica” que se permiten en los grandes medios de la Prensa Única, son siempre uno y el mismo mitin, uno y el mismo espacio de propaganda electoral del Partido Único. La Prensa Única encuentra siempre espacio para los suyos y les deja hablar, mientras demoniza y oculta a quien está fuera, a quien propone un discurso de verdad político.

En toda Europa empiezan a despuntar los brotes de la liberación, sin embargo. España, probablemente, será la última en despertar, pero también despertaremos. Los farsantes, los felones y los vendepatrias del Partido Único empiezan a inquietarse y a sentir sobre sus cuellos el soplo de aire mortal –para ellos- del despertar europeo. Pero lo que a ellos les inquieta para nosotros es la esperanza del futuro: que esos brotes geminen en una explosión de vida que será una nueva, violenta, demoledora primavera europea de regeneración.

martes, 8 de diciembre de 2015

CULTURA Y RAZA, FUENTES DE LA RESISTENCIA



En el anterior artículo trazaba un cuadro de la situación actual de los pueblos de Europa bastante descorazonador, creo sin embargo que ajustado a la realidad. La eventual salvación por el último núcleo de europeos dignos era apuntada como una posibilidad.

El control de Europa por sus enemigos es férreo y no se aflojará fácilmente. Precisamente este control, a nivel político, económico, financiero, militar y cultural, es lo que impide a Europa levantarse y defenderse contra la amenaza mortal a su porvenir. Liberarse se ello será muy difícil, y el sistema actual no será derribado sin una fractura gravísima y una violenta crisis. Demasiados mecanismos de protección tiene, demasiado control sobre las mentes, demasiadas maquinarias de la mentira funcionando a pleno ritmo. Una sacudida drástica y una situación de ruptura es la condición necesaria si debemos renacer, si la imagen sugestiva del último pelotón debe encarnarse en la realidad.

Pero suponiendo que exista la élite ¿dónde está el pueblo? ¿existe, antes que nada?

De acuerdo, estamos degenerados, reducidos a un estado lamentable. Pero existen recursos subterráneos, manantiales de libertad escondidos que es imprescindible hallar, desbrozar y utilizar.

Las ideas que el europeo medio tiene metidas en su cabeza, los sentimientos que le han enseñado a cultivar, todo lo que forma la conciencia del europeo actual, ha sido diseñado y moldeado por los enemigos, los apologetas de la degeneración y los envenenadores. Lo que los europeos tienen en su conciencia no vale nada, pero existe algo más profundo que esta conciencia, existe un anima europea que es la que se expresa en nuestra cultura, en nuestras tradiciones, en nuestra historia. Esta es la clave para recuperar lo que somos, y por eso la corrección política quiere acabar con ello.

Por tanto, aprendamos a vivir y a sentir rechazando lo que el sistema ha preparado para nosotros. Fuera de nuestra mente su televisión, los modelos de vida que propone, sus repugnantes productos y sus formas de entretenimiento, siempre con un veneno oculto. Aprendamos a encontrar nuestra verdad en nuestra cultura: en nuestra música popular y música clásica, en nuestra literatura, en nuestras tradiciones populares, en nuestros cuentos tradicionales, en nuestro arte figurativo. Existen múltiples puertas que nos abren la verdad de lo que fuimos y que están ahí, una posibilidad justo bajo la superficie de la conciencia envenenada por el sistema. Entreabrir una de esas puertas, que pase un rayo de luz, puede ser suficiente para mostrar en toda su miseria los “valores” que nos quieren proponer.

Como substrato de todo eso, como base biológica, tenemos naturalmente el núcleo racial europeo, el patrimonio genético. Los indomables celtíberos, romanos y griegos, los normandos y los guerreros germánicos invasores siguen viviendo entre nosotros. Algo parecido vale para Europa en general.

Nuestra cultura y nuestra tradición están ahí, a pesar de las majaderías que el europeo medio tiene dentro de su cabeza; al alcance de la mano para quien sepa y quiera hacerlas germinar dentro de sí. A menos que sean barridas por la corrección política, la cultura de masas y la educación progresista.

Nuestros genes siguen ahí, a pesar de las estupideces que los cerebros puedan contener, como permanente amenaza para los enemigos de Europa. A menos que los europeos sean sustituidos por otros pueblos y se haga realidad el proyecto criminal de sustitución étnica que ya ni siquiera se esfuerzan en esconder.

¿Hace falta decir algo más, para comprender por qué se ataca a nuestra cultura y se intenta erradicarla, por qué se fomenta la inmigración masiva y se apoya la la difusión de ideologías basura (feminismo, homosexualismo, confusión de género) que hunden la natalidad de los europeos? 

martes, 17 de noviembre de 2015

LA JIHAD, LA SALA DE CONCIERTOS Y EL ÚLTIMO PELOTÓN





“Al final, la civilización siempre la salva un pelotón de soldados”
Oswald Spengler

Hace tiempo que tengo abandonado este blog y quería retomarlo con otros temas, pero los ataques islamistas en París del 13 de noviembre imponen el tema; los eventos se suceden siguiendo una lógica clara y perfectamente legible, y ya están aquí las señales de la nueva era que se avecina en Europa. La era del kalashnikov, de la bomba y del cuchillo que pueden llegar en cualquier momento, la era del conflicto civil, étnico y religioso generalizado, la era de la amenaza mortal a nuestra civilización.

El episodio de un puñado de islamistas que, con una mínima organización y logística, usando unos pocos kilos de explosivo y unos cuantos fusiles de asalto, matan a más de cien personas en una serie de ataques imprevisibles, no es un episodio aislado; muy al contrario, está destinado a repetirse de mil maneras y no quedará como algo puntual, sino como una de las primeras escaramuzas que anuncian una realidad que ya tenemos encima y es demasiado tarde para prevenir.

Una realidad que poco a poco se impone a la atención y se abre camino en las mentes; falsificada por las maquinarias de la mentira de los medios de comunicación y sus dueños canalla; ignorada por una anestesiada población europea, cuya única preocupación es continuar con su mediocre y estúpido estilo de vida mientras los bárbaros están, no a las puertas, sino ya dentro de la ciudad; ocultada por las mendaces palabras de los políticos europeos, felones y traidores a sus pueblos, auténticas lenguas de serpiente cuya única preocupación es engañar a la población para que no despierte y no se dé cuenta de lo que está pasando hasta que sea demasiado tarde. Entonces, naturalmente, dirán que así es la democracia y que ellos han seguido la voluntad del pueblo.

Realidad, sin embargo, que existe y cada vez será más difícil dejar de ver.

Volvamos a la conocida cita de Oswald Spengler que he recordado más arriba. El lector podría pensar que este pensamiento no es relevante hoy en día, que es retórico, exagerado. En general y en particular para el terrorismo islámico. Al fin y al cabo, ¿No es verdad que tenemos aviones, tanques, misiles y drones, máquinas y fuerzas armadas supermegatecnológicas para hacer frente a cualquier amenaza? ¿Por qué nos ha de salvar un pelotón si tenemos ejércitos enteros?

Pues no, no tenemos un carajo. Lo que tenemos no nos sirve para la guerra que se ha de combatir y además falla lo más importante, que es el factor humano.

Atributos viriles. Cojones. Dignidad. Dureza. Orgullo. Claridad mental. Carácter. Podríamos llenar páginas enteras con la lista de lo que nos falta, en medio de todas nuestras máquinas y ordenadores.

Porque los frentes de la guerra están en las mentes y los corazones, en los vientres de las mujeres, en los medios de comunicación y la opinión pública, en la vida cotidiana, en las escuelas y las universidades, en los despachos de las lobbies y –sobre todo- en esas cloacas oscuras donde se cocina la decadencia de las almas europeas, en esos antros de cucarachas erigidas a maestros de la sociedad, donde se prepara y se difunde el veneno que infecta Europa y le quita la voluntad de defenderse.

Para la batalla que se avecina, incluso en su aspecto más “bélico”, el del terrorismo y la violencia urbana, el abierto conflicto étnico-religioso, ni la tecnología ni los drones ni los frikis de ordenador servirán para mucho. La guerra no la ganarán las máquinas ni las armas sofisticadas sino –como siempre- los hombres. La guerra la venceremos si, en el momento y el lugar decisivo, nuestros pueblos serán capaces de forjar el último pelotón de europeos dignos de tal nombre; el núcleo de resistencia alrededor del cual se cristalizarán las fuerzas que Europa conserva en su interior a pesar de todo, a pesar de la corrupción y del veneno que nos han inyectado durante decenios los odiadores de Europa.

¿Están tan mal las cosas? ¿No somos ricos, poderosos, no somos capaces de enfrentarnos a cualquier amenaza? No, no lo somos. Para comprenderlo, examinemos un poco la naturaleza del enemigo y observemos el comportamiento de nuestros gobernantes; consideremos si los europeos están dispuestos a defender su forma de vida, si son capaces de ello; valoremos la fuerza interior, la solidez, la integridad moral y de carácter de la población europea.

En primer lugar es inevitable notar lo penoso, lamentable e inoperante del comportamiento de los gobiernos europeos, en particular del francés.

Cerrar y controlar las fronteras, dicen. Ridículo y risible, si no fuera ya trágico. Las fronteras se cierran para mantener el enemigo fuera, no cuando ya está dentro, porque entonces es tarde para eso. Y el enemigo lo tienen dentro hace mucho tiempo; en las masivas comunidades de alógenos de primera, segunda o tercera generación que no han sido nunca franceses, que nunca se han sentido como tales y no tienen intención de serlo, sino de ocupar el territorio.

¿No todos? Cierto, quizá ni siquiera la mayor parte, pero da igual. Basta con que uno entre mil esté dispuesto a empuñar las armas y sacrificar su vida, basta con que uno entre cien esté dispuesto a apoyarles, basta con que uno entre diez piense en Francia como una tierra de conquista, de manera violenta o no violenta. Recordemos la frase de Ben Bella, quien anunciaba la conquista de Francia por medio de los vientres de las mujeres argelinas.

Las responsabilidades domésticas, en el frente interno, son por lo tanto clarísimas, por parte del gobierno francés así como de los demás. Ciertamente sus modernas fuerzas armadas no les van a servir de nada en esta clase de guerra; pero es que cuando las utilizan, tampoco les sirven de mucho. Empezando por el paripé de los bombardeos que hacen como pretendida represalia contra los bastiones en del Daesh o ISIS. Como si no hubieran estado apoyando al terrorismo islámico, junto con toda la Unión Europea, prostituta de Estados Unidos e Israel, para derribar al gobierno sirio y desatar el caos en Medio Oriente. Como si el Daesh fuera un gobierno centralizado y estructurado, como si las órdenes de los atentados se dieran desde el “estado mayor” de la “capital” y como si bastara bombardear las ciudades del enemigo.

No. Si algo es el Estado Islámico, si se extiende de manera proteiforme, es porque es un fantasma que ha adquirido realidad poco a poco; pueden destruir todas sus ciudades y campos de entrenamiento, pero en cada bombardeo le darán más consistencia porque es una comunidad ideal, en la cual se puede reconocer cualquier barbudo con turbante que empuña un fusil o tiene un cinturón explosivo. No hace falta una gran organización ni sumas enormes para adquirir unos fusiles de asalto y unos kilos de explosivo; no se necesita una gran logística, ni una base industrial ni grandes centros de mando y comunicación. No es que sean invencibles por esto, sea claro: son grupos que se pueden derrotar sin mucha dificultad si son eso, grupos aislados. No así cuando tienen detrás un pueblo entero y una base social, popular. Y ese pueblo que tienen detrás está ya dentro de Europa; cada año llegan nuevas remesas y nuevos reemplazos para este ejército invisible, con la inestimable colaboración de nuestros gobiernos y los estúpidos que les favorecen.

Oriente Medio no necesita más bombardeos de Occidente, más intervenciones “contra el terrorismo”, más “guerras para llevar la democracia”, más “primaveras” teledirigidas. Hemos visto perfectamente para qué han servido: para destruir a los regímenes árabes laicos, los que combatían a los radicales islamistas y los liquidaban. No es cierto que todo el Islam sea igual, que todo el mundo musulmán sea lo mismo. Pero precisamente Occidente ha atacado y destruido los regímenes árabes laicos que no se alineaban –Irak, Siria, Libia- y ha favorecido precisamente, directa o indirectamente, a los que ahora llaman “terroristas” y llamaban en cambio “combatientes por la libertad” cuando seguían el guion escrito para ellos. ¿De verdad la solución son más bombardeos? ¿Nos toman por imbéciles? Evidentemente sí.

Las palabras altisonantes de los gobiernos europeos –firmeza contra el terror, al final venceremos, blablablá- valen menos que el papel en el que están escritas.

Por tanto, si esta guerra ha de ser combatida, lo primero es que esta basurcasta política europea, felona y sierva de EEUU, Israel y las lobbies sionistas, responsables primeros del caos en Medio Oriente, se vaya y deje paso libre a una nueva clase dirigente de patriotas europeos. Sin embargo, una clase dirigente nueva presupone un pueblo que está detrás, que se siente representado y guiado por ella, que la apoya. ¿Existe este pueblo europeo, orgulloso de sí mismo, dispuesto a defenderse, a plantar los pies en su tierra frente al enemigo, dispuesto a afrontar los sacrificios que ello implica y a pagar el precio?

Los objetivos elegidos por los atacantes de París, las modalidades de la carnicería,  ciertamente no son casuales, ni se trata de pura “maldad” demoníaca que busca objetivos indefensos. Se han ametrallado personas sentadas en bares y cafeterías por la noche, los atacantes se han cebado con jóvenes que asistían a un concierto de rock. El carácter simbólico de las acciones, su carácter de guerra por la concepción del mundo, es evidente. Para los islamistas no se debe salir a beber alcohol de noche y mezclando los sexos, ni menos aún emborracharse, drogarse y fornicar aturdidos por el heavy metal. El objetivo elegido tiene un significado, es contra los símbolos del estilo de vida occidental. Estilo de vida, por cierto, decadente y en muchos aspectos degenerado como desde hace mucho denuncio. Yo no pienso que haya que ametrallar a nadie por ello, pero los lectores barbudos del Corán sí lo piensan. Como, por lo demás, querrían prohibirme la mayor parte de mi tradición, imponerme reglas de vida y una concepción del mundo para mí totalmente inaceptable.

Personalmente me opongo a la invasión alógena de Europa y a la destrucción de su identidad en nombre de valores superiores, de una identidad, de unas tradiciones y un acervo que amo, de una forma de sentir el mundo y la vida en la cual en mayor o menor medida me reconozco. En pocas palabras, en nombre de algo más, de algo infinitamente superior al pueril, decadente, degenerado estilo de vida en el que ha caído la sociedad del Occidente actual.

Pero la cuestión no es ni siquiera esta, de que a mí me guste o no la sociedad de hoy. La cuestión es si los asiduos del botellón, de las noches en discoteca cargados de pastillas, del hedonismo y el egoísmo elevados a principio supremo y centro de la vida, si ellos están dispuestos a defender su forma de vida, si lucharán por ello frente a quienes quiere imponerles la sharia.

La pregunta es retórica naturalmente, y la respuesta la conocemos todos. Nuestra cacareada forma de vida, el bienestar, la felicidad a buen mercado del Occidente decadente, crea un pueblo mediocre, personas mediocres, sin nervio, sin valores, incapaces de energía, de vigor, de sacrificio. La sociedad de la decadencia moldea personas incapaces de defender su forma de vida y los valores –decadentes y mediocres- en los que creen. O mejor dicho en las coartadas intelectuales y los pretextos que utilizan para justificar su decadencia, porque lo que es creer, no creen en nada.

Cuando la crisis se agudice, cuando se vuelva violencia callejera, cuando el ejército interior de la quinta columna alógena cierre filas y con prepotencia empiece a exigir, cuando ocupe las calles, habrá que defenderse; entonces, si de verdad la amenaza se vuelve clara y explícita, quizá quepa esperar que los europeos salgan a la calle, que sepan encontrar la voluntad de luchar.

Después de todo, la prueba de que los europeos aún saben indignarse y reaccionar, de que no les da todo igual, la hemos tenido hace un par de años. Recordemos el episodio de los doscientos mil correos de protesta enviados en cierta ocasión, en un arranque de furia, irritación y movilización popular, como reacción a la falsa noticia de que se iban a censurar los vídeos guarros en internet.

Los varones europeos demostraron en esa ocasión de qué pasta están  hechos; en un resabio de su pasado guerrero, los nuevos caballeros de la pantalla de ordenador y el papel higiénico a mano demostraron que aún son capaces de indignarse cuando se les toca lo que, de verdad, es importante para ellos.

Cuando los europeos sean llamados a las armas, de manera simbólica o real, cuando deban defender Europa, sin duda responderán a la llamada y sabrán encontrar motivos para luchar. ¿O no?

Bueno, examinemos el ejército hipotético que se puede reclutar para la defensa de Europa, llegados al caso. En primer lugar no se puede contar con el motivo, importante en otras épocas, de defender a las propias mujeres. Sólo unos pocos machistas pueden todavía pensar que el hombre debe defender a la mujer; nuestros chavales se les enseña, en sus siniestras lecciones de igualdad de género, que el instinto de protección del varón hacia la mujer es machista, patriarcal y símbolo de opresión.

Así que por ese lado, nada. Aunque bien es verdad que como en toda conquista, pacífica o no, las mujeres del territorio ocupado son objetivo predilecto para el ocupante y el vencedor. De manera brutal o menos, de manera evidente o solapada, pero la sustancia no cambia. Y si nosotros no tenemos este punto muy claro, ellos, los invasores, lo tienen clarísimo. Después de todo, la mayor parte son jóvenes, varones y vigorosos.

Pero volviendo al hipotético alistamiento de nuestro ejército para defender a Europa, en principio, de todos modos será posible llamar a filas a los europeos; a la juventud europea, a la población madura que aún tiene vigor. Será así, pero como en todo reclutamiento hay que hacer una criba. No todo el mundo vale para la lucha, hemos de valorar la aptitud para el combate y, como se decía antes, la fibra moral.

De manera que hay que empezar a seleccionar. Comencemos exonerando del servicio a los que hacen el amor y no la guerra, a los educados en el pacifismo y la no violencia, a los que piensan que más vale sufrir una injusticia que hacer daño a un ser vivo y a los adoradores de la Madre Tierra. También hay que mandar a casa como inútiles a la práctica totalidad de quienes han sido educados por mujeres o por medio-hombres, y a los que han crecido siguiendo las indicaciones de los psicólogos y los expertos. Estos son incapaces por flojera crónica e irremediable. Asimismo deben ser excluidos, por motivos evidentes, a los que han sido envenenados por la propaganda izquierdista, el odio hacia la propia tradición y la propia identidad.

Empezamos a preocuparnos porque las filas ya se han clareado bastante. Pero no hemos terminado. Hemos de realizar aún la última selección: cuando llegue el momento tampoco podremos contar con los que tienen baja la autoestima, con los que están en depresión posvacacional o con crisis de ansiedad.

Admitámoslo, no nos ha quedado mucha gente.

Pero si alguien queda, serán ellos, a los que las hordas de los mediocres, los medio-hombres y las medio-mujeres llamaban fachas y antiguos, mirándoles por encima del hombro; serán ellos y nadie más que ellos quienes -quizá- consigan cristalizar alrededor de su coraje las fuerzas antiguas de libertad y dignidad que, a pesar de todo, sofocadas por los detritos, siguen existiendo en el fondo de nuestra estirpe.

Serán, ellos, el último pelotón que salva la civilización, si ha de ser salvada.

domingo, 19 de julio de 2015

LA CHUSMA AL PODER





Cuanto más alto trepa el mono, más enseña el culo
Proverbio


Es muy apropiado comenzar esta entrada con el proverbio del mono, no muy conocido en España, pues retrata perfectamente el paisaje político actual, y en particular la condición de la nueva clase dirigente izquierdosa, que ya apunta maneras y aspira al gobierno del país.

No es que los del otro lado, esto es la rama encorbatada del partido único del sistema, sean mejores. Sólo diferentes en su decrepitud mental, de carácter, espiritual. El nivel de las nuevas generaciones de la derecha liberal y sus horizontes mentales quedan bien representados por el episodio del “Pequeño Nicolás”. El símbolo del impostor oportunista con la admiración mal disimulada que despiertan sus vulgares cualidades y habilidades de nivel inferior, es fiel reflejo de una sociedad fundada sobre la mentira y la apariencia.

Muy bajo se ha caído de una y otra parte. Pero es la variante de izquierdas la que nos interesa aquí, porque es muy posible que pronto estemos ante una especie de Frente Popular capaz de llegar al poder, como anuncian sus éxitos en las elecciones locales. Y estas nuevas generaciones ya empiezan a mostrar muy claramente su nivel, hasta el punto de que podemos hablar de La chusma al poder.

Chusma: “conjunto de gente soez, muchedumbre de gente vulgar” según el diccionario. No será necesario mencionar a nadie en concreto, porque la vulgaridad impertinente e invasiva de esta gente lo hace innecesario. Gente que reivindica la zafiedad, todo lo soez, lo bajo y lo chabacano, que se enorgullece de acciones más propias de animales que de personas. Gente ignorante a niveles abismales, que tiene en la cabeza sólo cuatro eslóganes trasnochados y una mentalidad de niños malcriados; incapaces de hacer la O con un canuto, pero siempre en primera fila para quejarse y exigir. Gente narcisista y vanidosa convencida de que airear sus flatulencias físicas y mentales es un acto de afirmación con un significado político.

Esta es la generación producto de cuarenta años de democracia, triples víctimas de un sistema educativo arruinado por la ideología, de unos padres modernos, y también víctimas de sí mismos porque existe la libertad humana. Pero esto es lo que tiene la decadencia. Que las nuevas generaciones no dan para más, que los mejores no se dedican a la política, que cada vez hay menos “mejores” porque todos tenemos que ser iguales.

La chusma no debe estar en el poder, debe estar en los bajos fondos. ¿Elitismo? Ciertamente como en cualquier sociedad decente. Pero no un elitismo que sea el del dinero o el de la posición social, sobre todo hoy en día. Cansados estamos de ver burros y patanes llenos de dinero y en elevada posición, así como por otra parte hay almas disciplinadas, rectas y cualificadas de modesto origen que merecen llegar a lo más alto.

Por lo demás la gente más humilde, en el campo como en la ciudad, puede que no fuera demasiado refinada pero tenía y en gran parte sigue teniendo un sentido del pudor y de la compostura, una forma interior y una rectitud que los pone muy por encima de esta masa de hijos de papá, rebeldes de pastel degenerados y malcriados, cuya aspiración y libertad consisten en degradarse y hozar en el fango.

Una desgraciada deformación mental de estos tiempos democráticos es que los dirigentes deben ser como todo el mundo, que el hombre común se debe identificar con ellos. Pero ahora, en una regresión ulterior, los dirigentes parece que han de ser peor que todo el mundo.

Frente a este espectáculo bochornoso, hay que afirmar con fuerza algo que debería ser evidente: la sociedad debe estar gobernada por los mejores. Los mejores en el carácter, en la capacidad de dirigir, en la devoción y la entrega al bien de su comunidad y su patria.

Y los mejores pueden nacer perfectamente en una clase social humilde. Asegurar que estos últimos tengan su oportunidad se llama meritocracia, se llama justicia.

En cambio asegurar que el mundo sea de los peores se llama igualdad. Es decir el reino de la chusma.

viernes, 3 de julio de 2015

REPUGNANTE SEMANA DE PROPAGANDA SODOMITA





 

 No solamente sodomita, cierto; también es la fiesta de los marimachos y demás variaciones de la desviación sexual o LGTB. Pero la bujarronería es la parte más visible y coloreada, con sus musculitos exhibidos, su obscena ropa interior rosa, sus trajes de payaso marcando abdominales y culito, su desnudez y falta de pudor restregada en la cara e impuesta a todos, quieran o no ver este espectáculo nauseabundo.

Sin olvidar la pantomima de sodomía con el Oso símbolo de Madrid el año pasado; perfecto símbolo de lo que la secta homosexual y la casta política canalla que la apoya le está haciendo a Madrid, a España y al pueblo español.

En breve, la carnavalada repugnante del Orgullo Gay que ha transformado el arco iris en un símbolo de la degradación y la descomposición de Occidente. Una inundación de exhibiciones infames, chabacanas, bastas, horteras, vulgares. Una auténtica representación de Sodoma y Gomorra y un arrastrarse por el fango que disgusta a cualquiera –homosexual o no- que tenga un mínimo sentido del gusto y del estilo. A los mismos iconos homosexuales históricos que reivindican, a menudo hombres de cultura y educación, se les revolvería el estómago y les repugnaría ser asociados con semejante gente.

En muchas ciudades del mundo tienen lugar las aberrantes marchas del orgullo, pero seguramente Madrid merece el título de Nueva Sodoma, al menos en Europa, por el apoyo que las instituciones dan y por la promoción activa del homosexualismo.

Merecen al contrario la máxima aprobación y aplauso, en esto que no en lo demás, las autoridades turcas que han impedido con los antidisturbios la celebración de las marchas de la degeneración. Honor a Turquía. Honor a Rusia también, por supuesto, que resiste a las presiones de las lobbies homosexuales, de las sodomitas instituciones internacionales con la ONU en primer lugar, del despreciable Obama y los políticos serviles y cobardes de Occidente, apólogos y promotores de la homosexualidad y la ideología de género a nivel mundial.

En Rusia se defiende la sociedad, la juventud y la infancia contra la podredumbre que viene de Occidente: no sólo cualquier conato de manifestación o propaganda homosexual es reprimido inmediatamente, por las malas si es necesario; además les han cortado las alas a las infames ONG apoyadas por los países occidentales, cuyo propósito no es otro que corromper una sociedad que todavía es fundamentalmente sana.

Honor a Turquía, honor a Rusia, y honor a cualquier país donde a las manifestaciones del Orgullo Gay se responda con los cañones de agua y las porras de la policía. Vergüenza para España, hundida en el fango, vergüenza para Occidente convertido en un estercolero.

Como preparación y apertura se comenzó con la imposición por parte de la Corte Suprema USA del “matrimonio” homosexual en todos los Estados, pasando por encima de la voluntad de sus ciudadanos y los gobiernos locales que pudieran oponerse. La fecha elegida muestra evidentemente la colaboración entre la Corte Suprema y las lobbies homosexuales, y nos muestra claramente que la cacareada separación de poderes sirve solamente para que estos sean mejor controlados por los grupos de presión ocultos.

El poder de la lobby homosexual y de ideología de género –que todo va unido en la misma camada maldita- es enorme. Nos da una medida de ello el que en Estados Unidos sea cada vez más difícil encontrar abogados, y prácticamente imposible estudios legales de prestigio, que acepten causas contra grupos homosexuales, o pleitos que puedan incomodarlos. Para valorar el alcance de esto, considérese que los peores criminales tienen derecho a la mejor asistencia que puedan pagarse y encontrarán abogados que defiendan sus intereses; pero una corriente de opinión tradicionalista, que represente miles o millones de personas contra el poder de las lobbies de la degeneración, no tiene el mismo acceso a la asistencia legal que tiene cualquier ladrón a gran escala, corrupto, asesino, violador o pedófilo.

En nuestro país hemos tenido que soportar la bandera sodomita colgada en los edificios públicos, en los Ayuntamientos, en el Parlamento, en las páginas web incluida la de la policía, en la exhibición del Ejército del Aire, todo ello –evidentemente- en cumplimiento  de directivas recibidas desde arriba.

Sólo una actitud de desprecio olímpico y cultivada calma mental, producto de largos años de disidencia y observación de la decadencia, permite resistir las ganas de vomitar.

Ni a mí ni a muchos otros nos representan estas instituciones basura que se identifican con la causa homosexual y hacen de la promoción de la homosexualidad la línea política del Estado. Cualquier persona sana y decente debe empezar a darse cuenta de que vivimos en un estado de ocupación, que los poderes públicos se han convertido en instrumento de fuerzas ocultas que han salido de un pantano maloliente, como si fueran monstruos de fango pútrido que nos quieren agarrar y arrastrar por la fuerza a sus aguas corrompidas y malsanas.

Unas instituciones ocupadas por chusma de la peor calaña y por pusilánimes, que reciben instrucciones de la secta de escoria humana que, a nivel mundial, lleva a cabo su proyecto de ingeniería social. La misma secta que controla los medios de comunicación y entretenimiento, utilizándolos para lavar el cerebro a la gente, para llevarla al punto en que ya es incapaz de distinguir una corriente de aguas fecales de un arroyo limpio y fresco.

El proyecto de ingeniería social, en efecto, es sencillamente convertir la sociedad occidental en una alcantarilla, un receptáculo de aguas negras, un estercolero enemigo de la salud, la rectitud y la decencia.