domingo, 29 de marzo de 2015

LA ESCATOLOGÍA, EL ARTE DEFECADO Y EL DÍA DEL RETRETE






Lamento que esta entrada no sea del mejor gusto, pero es que en general el tono del mundo actual, que se revela a sí mismo a la perfección en episodios como los que voy a comentar, no es tampoco del mejor gusto.

Escatología es una palabra que viene del griego (eskhatos, cosas últimas) y tiene que ver con la doctrina de la salvación, la vida de ultratumba y el destino de las almas. Sin embargo, como es sabido, hoy en día tiene también otro significado, más reciente y que se introdujo en el siglo XX, del griego skatos, excremento; tiene que ver por tanto con excrementos y las actividades que giran alrededor del retrete.

Huelga decir que para la mayor parte de las personas este último es el significado principal, o el único que conocen. Muy propio de los tiempos que corren y de quienes fabrican la mentalidad del público, que al individuo medio lo primero -o lo único- que le sugiere la palabra no sea la salvación del alma sino los excrementos. Esto lo dice ya todo, y el descenso desde el nivel espiritual al nivel fecal es el mismo símbolo de la caída de nivel de toda la sociedad moderna.

En breve, es como si en vez de la salvación de las almas hoy se buscara la salvación en la mierda. Afinidades electivas: del cielo a la taza del váter y más abajo. Esta constatación de confirma si nos fijamos en cierta corriente del arte moderno que se centra en los aspectos más bajos del ser humano, en los aspectos más sórdidos, en lo desagradable; no en la belleza del cuerpo sino en la satisfacción de las necesidades fisiológicas y los fluidos relacionados.

La mentalidad que hay detrás de ello es que la vida, la verdadera vida, hay que buscarla allí, en en lo vil, lo sucio, lo sórdido y lo soez.

Pues no, por mucho que se empeñen la verdadera vida no está en el retrete. O inodoro, retorcida palabra inventada quién sabe por quién para designar ese lugar; debió ser el mismo genio inspirado que llamó al basurero “punto limpio”.

En la taza del váter está la mierda, no está la vida. Que luego, para una cierta clase de personas, una se confunda con la otra es su problema, ni tienen derecho a arrastrarnos a todos a su cloaca.

Sin embargo esta tendencia es cada vez más difundida y hasta las Naciones Unidas han proclamado el Día Mundial Del Retrete (19 de noviembre), evento que es del máximo significado ético: nos iluminan las palabras del Secretario General ONU según el cual "tenemos la obligación moral de acabar con la defecación al aire libre". Palabras inspiradas para el Día del Retrete, seguramente muy en línea con una Era del Retrete, un signo de las inquietudes que dominan el mundo de hoy y en particular esta organización. 

Y precisamente en el mencionado día, dedicado al inodoro, nació una pequeña polémica porque a dos seudoartistas de las muchas que nos infestan les impidieron una performance, es decir una de esas flatulencias mentales que pretenden que consideremos arte.

El momento estelar de la obra de arte consistía en defecar sobre el Monumento a la Constitución. Debía ser el complemento, pagado con dinero público, de la exposición excreta, dedicada a la caca, en el Museo de Ciencias Naturales.

Es muy cierto que muchas veces la gente va a ver auténtica mierda y paga por ello, pero nunca nos lo habían dicho tan claro.

Penosa y vomitiva la autodefensa de las artistas, todo un manifiesto del arte moderno y la degeneración que lleva detrás. Se tachaba de paletada la decisión de anular la performance, les daba pena por la gente que no iba a poder verla (sin la menor ironía, cabe suponer), se hablaba de imágenes poéticas, de lectura semiótica y de resignificar el monumento; en breve, la habitual, insoportable, intolerable jerga de esta gente sin talento que medra en una cultura en descomposición, usurpando la calificación de artista y arrastrándola por el fango.

No faltaba naturalmente, como es típico de esta gente cada vez que alguien no les sigue la corriente, el lamento de que vivimos aún en un “país franquista”, de que la caca es un “tema tabú”. Todo ello porque no las han dejado defecar en público. Por lo visto es franquista guardar un mínimo de decoro. Pues si prohibir la defecación pública y no permitir que se la llame "arte" es franquista, yo quiero vivir en un país franquista y no en uno donde los habitantes de las cloacas impongan su ley, decidan ellos los cánones estéticos y lo llenen todo de mierda. Con perdón.

Como al final no les dejaron tuvieron que conformarse con el gesto y la simulación, con la cual de manera simbólica daban salida a todo el arte que tenían dentro. Por su parte los burócratas, timoratos y espantados ante la acusación de censura, han justificado la negativa por la falta de sintonía con el mensaje lanzado. Ignoro si lo del mensaje lanzado iba con segundas.

Como es evidente, cada cual expresa lo que atesora dentro de sí y quiere comunicar al mundo; esto es aplicable especialmente a la estafa del arte contemporáneo, que en momentos inspirados como éste se define a sí mismo como mierda. Honestamente no puedo estar más de acuerdo.

Si el mensaje de la seudoartista cagona fuera político, es decir entendido como mensaje político de desprecio a la Constitución y a toda la España que ha salido de ella, podría estar de acuerdo también, aunque la forma de expresarlo fuera lamentable. Sin embargo mucho me temo que su intención era puramente "artística".

De cualquier manera y para decirlo claramente, una Constitución, madre de un sistema político que ha producido esta España de la degradación, efectivamente se merece que le defequen encima sus hijos degenerados.

Es evidente que todos estos síntomas, señales, tendencias hablan bien claro del carácter de la sociedad moderna, que se define a sí misma de manera inequívoca, de esta y de mil otras maneras, equivalentes.

El mundo de las cloacas rebosantes, la estética del albañal, la filosofía de la alcantarilla y la reivindicación del retrete como el punto focal de la vida. Este es el nivel del mundo moderno en sus tendencias dominantes, lo que contiene el alma de quienes fabrican la opinión pública y forman el gusto de las masas.

Como observación final, probablemente sea inevitable esta evolución porque hay siempre dos fuerzas que tiran del hombre, una hacia lo alto y otra hacia lo bajo. Desde el momento en que deja de mirar hacia arriba y a aspirar a elevarse, desciende siempre más profundamente.

No es posible un término medio y un pararse a mitad del camino. Cuando el hombre aparta la mirada de las estrellas, los ojos no dejan de bajar hasta que se interesan sólo por las cloacas. Cuando el hombre deja de estirarse para alcanzar el cielo, no deja de agacharse hasta que termina chapoteando en medio de la mierda. 

Si esta entrada no ha sido de lo más poética (al menos según mis criterios) me disculpo con los lectores. Otros han dicho lo mismo de manera más elegante, pero creo que también hay que decirlo de esta manera.

Saludos del Oso