viernes, 8 de julio de 2016

FUTURUM NOSTRUM


Una inquietante novela de anticipación sobre el futuro próximo de España y Europa




Futurum Nostrum… ¿nuestro futuro?

Lo que nos depara el porvenir es una incógnita ciertamente (por suerte) pero el futuro descrito en este libro es uno de los posibles… y hasta probable, si las políticas felonas, antieuropeas y suicidas de nuestros gobernantes no cambian.

Futurum Nostrum es una novela escrita por mi amigo y camarada Lucio Peñacoba, una distopía que es un cuadro imaginado de un futuro lamentable, en Europa y España. Un futuro en el que el orden público se desmorona y se desencadenan conflictos generalizados de carácter étnico-religioso, con los pueblos europeos doblemente víctimas: por un lado de una inmigración incontrolada, que da lugar al nacimiento de comunidades enteras alógenas y creación de zonas de No-España en la Península (y concretamente en Madrid, donde se desarrolla buena parte de la acción); por otro lado de los traidores internos, que como una infección destruyen las defensas de la sociedad y enseñan a los españoles a odiar lo que son, haciéndoles incapaces de reaccionar.

El lector atento reconocerá cómo la realidad actual se parece –incluso demasiado- a la primera parte de la novela, donde se incuba el caos del futuro. Una primera parte que quizá dentro de poco sea superada por los acontecimientos y ya no sea imaginación futurista, sino novela costumbrista.

Libro bien escrito y entretenido, que se deja leer fácilmente y yo leí de un tirón, es la historia de unos personajes, no superhéroes sino gente corriente, que intentan sobrevivir en medio de un mundo que se desmorona. Gente común pero no vulgar, sino muy al contrario perteneciente a esa élite invisible que sabe dar lo mejor de sí cuando un mundo torcido termina de pudrirse y desemboca en el caos. Gente que podría ser cualquiera de nosotros, que no se abandona al nihilismo sino que sabe mantener la dignidad y unirse, como respondiendo a una secreta llamada, para crear un rincón de orden y una semilla de futuro en medio del desastre.

El libro se puede solicitar en la tienda KELTIBUR

Deseo buena y entretenida lectura de este libro totalmente recomendable, y también con la esperanza de que que sirva de estímulo a la reflexión: para aprender a ver las señales de este futuro posible en las noticias que nos llegan cada día, para reconocer en tantos discursos aparentemente inocentes y bienintencionados la falsedad y la mentira, la palabra envenenada de los sembradores del caos.

viernes, 1 de julio de 2016

OCCIDENTE, EL GRAN AQUELARRE HOMOSEXUALISTA





Como cada año por estas fechas estamos en la Semana del Orgullo, ese carnaval chabacano y ramplón que cada verano castiga las ciudades de medio mundo y especialmente de Occidente. El homosexualismo ha logrado apropiarse del arco iris, hermoso símbolo hasta que los sodomitas lo erigieron en su bandera, de la palabra “Orgullo” y hasta de la alegría, pues no es otro el sentido original de “Gay” en inglés. Alegría que, por cierto, vemos bien poco en los nauseabundos aquelarres LGTB, vemos únicamente exhibicionismo impúdico compulsivo, la anormalidad que rompe todas las barreras y una voluntad de provocar verdaderamente arrogante, bien cubiertos como se saben por nuestras basurclases dirigentes.

Ya comenté el tema en mi entrada Repugnante semana de propaganda sodomita escribiendo la cual me quedé, lo admito, muy a gusto. No voy a repetirme, pero sí a comentar cómo la situación sigue empeorando, cómo la propaganda de la lobby homosexual (que existe de manera evidentísima y tiene una influencia enorme) ha lavado los cerebros y ha inundado el ambiente social, hasta el punto de que quien se opone a la ideología homosexualista cada vez está más aislado y se le empieza a perseguir con una repugnante nueva inquisición.

El ambiente homosexualista es ya un hecho, ya domina el discurso y por mil signos se quiere imponer a todos como la nueva ortodoxia. Es un cambio que ha tenido lugar muy rápidamente, en menos de una generación, que quien tenga más de treinta años ha podido observar perfectamente. Tres episodios bastarán para ilustrar este hundimiento.

El primero es la política de la Universidad Complutense que premiará con créditos ser voluntario en el Orgullo Gay. Méritos académicos dignos de nota, efectivamente, en el mundo semianalfabeto de la corrección política. Poco importa que sean créditos para uno de los numerosos títulos basura, lo importante es el aspecto simbólico. La Universidad se ha convertido en un estercolero, además de un nido de sabandijas radicales y de fomento de la degeneración; seguramente no un lugar donde se pueda pensar libremente, pues la mano de hierro de la censura progresista vigila y castiga.

El segundo es el episodio de una madre que envió una queja a la basurcadena televisiva que estaba viendo su hijo de nueve años, pues estaba emitiendo (en horario infantil) un programa de promoción de la bisexualidad. Inmediatamente los twitterborregos comenzaron a protestar en masa y agredir verbalmente a la señora por su contra la queja “homófoba”; hasta salió la noticia en algunos medios, naturalmente con comentarios desfavorables a la madre. La mujer había escrito “sinvergüenzas, asquerosos, hijos de vuestra madre” que es lo mínimo que se puede decir frente a un programa de promoción de bisexualidad en horario infantil, cuando tu hijo lo está viendo. Este odioso ambiente de linchamiento contra quienes resisten a la propaganda homosexualista se está convirtiendo en algo general, y va en paralelo al uso impropio de la palabra homófobo, que les han metido con calzador a los cerebros lavados, para que la escupan contra todo aquel que se oponga a la degeneración sexual y a la corrupción de sus hijos.

El tercer episodio son las palabras del Papa marxista y políticamente correcto que se va ya quitando la careta para revelarse un instrumento más de las fuerzas de la degeneración. Además de exhortar a los líderes cristianos a moderar su discurso contra las uniones de invertidos, también ha dicho que los cristianos deberían pedir perdón a los homosexuales. Tales lamentables palabras muestran cuán bajo ha caído la iglesia. Es el Papa sin duda quien debería pedir perdón a los católicos, por colaborar con la descomposición social, traicionar su doctrina, su patrimonio espiritual y a los creyentes que le siguen aún. La religión cristiana fue baluarte durante siglos de valores válidos (quizá porque era un catolicismo europeo en una Europa sana) y aún puede serlo, pero actualmente la Iglesia está recorriendo una pendiente descendente, sacando a la luz lo peor que lleva dentro y alineándose cada vez más con la corrección política.

Sin extenderme más, el cuadro que se nos presenta es de un dominio aparentemente irremediable del homosexualismo y las lobbies de la degeneración, pero no debemos olvidar jamás que las fuerzas cuyo triunfo es tan completo son en realidad como las células cancerosas que triunfan en un cuerpo moribundo y que todo este mundo lleva dentro un hedor a cadáver y descomposición. Sólo los mentecatos con la mirada vacía perdida en la hipnosis progresista, sin perspectiva ni memoria ni recto criterio, pueden pensar que es el necesario e irreversible progreso de la especie humana.


Estamos en una época de decadencia y degeneración, permeada del olor inconfundible de la muerte, como ha habido otras en la historia. Se trata de mantener firmes las posiciones y poner los ojos en el futuro, sin descender a compromisos ni aceptar el discurso de los mensajeros de la podredumbre.

Max Romano