domingo, 9 de julio de 2017

LA DELEZNABLE POLICÍA POLÍTICA DEL AYUNTAMIENTO DE MADRID



Una de las muchas y deplorables iniciativas de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha sido la creación de una Sección Especial de la Policía Municipal, dedicada a reprimir la expresión de ideas, contenidos y manifestaciones públicas contrarios a su ideología. En la medida en que se lo permite el actual sistema democrático, cierto. Pero esta medida es muy amplia tras la institución de los delitos de odio: en la práctica “delito de odio” puede ser cualquier expresión contraria a la corrección política y al pensamiento único, que nos están imponiendo discretamente y sin que casi nos demos cuenta. Desde luego existe formalmente la libertad de expresión, vivimos en una democracia, pero poco a poco esta libertad se recorta hasta que queda reducida a expresar insignificancias, banalidades y debates domesticados donde todos dicen lo mismo.

Esta policía política lleva el grotesco nombre de Unidad Para la Gestión de la Diversidad y desde que fue creada, en el breve tiempo que ha tenido para hacer de las suyas, ha estado a la altura de las expectativas con su acción nefasta. Una de sus últimas hazañas ha sido multar a la feria No sólo Militaria porque a la señora alcaldesa no le gustan algunos de los libros que allí se vendían. Podemos imaginar con qué satisfacción la Carmena ha multado a esta feria, considerando la urticaria que le produce todo lo que tenga que ver con el mundillo militar o castrense. Ignoro de qué libros se trataba pero no es difícil intuir que debían ser libros sobre la segunda Guerra Mundial, sobre el Fascismo o quizá sobre Franco.

No lo sé porque no pude ir a la feria. Lo que sí sé es que la voluntad de decir la verdad y de poder leerla, de juzgar y opinar libremente sobre cualquier episodio o régimen histórico, está y debe estar moralmente por encima de cualquier ley, democrática o no. Que ninguna miserable lobby religiosa, ideológica o política está legitimada a impedírnoslo y a decirnos lo que podemos o no leer. Menos aún esa lamentable aspirante a comisario político que ocupa la alcaldía de Madrid.

Pero ésta es sólo la última fechoría de la policía política. Otra hazaña fue la injusta y prevaricadora represión contra el autobús de Hazte Oír, retirado de la circulación por difundir el mensaje “Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen”. Mensaje en efecto inaceptable para la repugnante ideología de género, doctrina oficial del Ayuntamiento de Madrid y de los poderes que nos gobiernan. En aquella ocasión la Unidad de Gestión de la Diversidad hizo desde luego honor a su nombre: gestionó muy apropiadamente la diversidad de pensamiento prohibiendo circular al autobús de la verdad.

Otro de sus cometidos es cerrar la boca a todo el que se oponga a la invasión de inmigrantes ilegales, ya sea presentada como acogida a refugiados o de cualquier otro modo. La directiva impartida es clara: nadie que se oponga a la invasión debe poder expresarse públicamente. En esta línea, existe una investigación abierta contra una asociación cuyo mensaje era refugees not welcome, con la motivación de que puede constituir un delito de odio. Una vez más aflora el delirio liberticida de esta gente, como una pústula llena de fluidos inmundos que revienta. Nos quieren quitar, también, la libertad de dar o no la bienvenida a quien mejor nos parezca, de oponernos a una colonización demográfica de nuestra tierra y a una criminal política de puertas abiertas para todos.

Cualquier discurso o posición contraria al pensamiento único, a las directrices impuestas desde arriba y que nuestros gobernantes tienen la orden de ejecutar, debe ser perseguida como delito de odio.


Para esto sirve la grotesca Unidad de Gestión de la Diversidad. Una odiosa Unidad de Policía Política para reprimir a quienes defienden la patria, la salud y la decencia, en nombre de la anti-España, la degeneración y la indecencia erigidas en ideología oficial.

MAX ROMANO

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